sábado, 23 de noviembre de 2013

ROSARIOS MARIANOS


ROSARIOS MARIANOS


LOS MISTERIOS MARIANOS, (PARA LA DEVOCIÓN PRIVADA).
1. Hacer el signo de la cruz
 y el acto de contrición
 2. Anunciar el misterio.
 Rezar el Padrenuestro,
 diez Avemarías, Gloria y Jaculatoria:

María, Madre de gracia, Madre de misericordia.
 Defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora
 y en la hora de nuestra muerte. Amén.
O también:
Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno lleva a todas las almas al Cielo,
 especialmente a las más necesitadas.
 (Oración de Fátima).

 




 

 

La Virgen en el misterio de 
su Inmaculada Concepción.
En este primer misterio 
a la Virgen contemplamos:
purísima, inmaculada,
concebida sin pecado.
 
 
 
 
 
La Virgen en el Misterio de
su Maternidad Divina
En este segundo misterio
a la Virgen contemplamos:
Madre del Divino Verbo
que, en su seno, se ha encerrado.
 
 
 
TERCER MISTERIO 
 
 
 
La Virgen en el Misterio de
su perpetua virginidad
En el misterio tercero
a la Virgen contemplamos:
Perpetua Virginidad,
antes, en, y después del parto.
 
 
 
 CUARTO MISTERIO
 
   
 
 
La Virgen en el Misterio de
su Asunción al cielo
Coronada, Reina y Señora
En este cuarto misterio
a la Virgen contemplamos:
Asunta al Cielo y, cual Reina,
coronada entre los Santos.
 
QUINTO MISTERIO 
 
 
 
 
La Virgen en el Misterio de
ser Medianera de todas las gracias
En este quinto misterio
a la Virgen contemplamos:
Mediadora de la gracia.
que nos viene por su mano.
Terminados los misterios, 
 Rezar tres Avemarías y Gloria.
A continuación las 
LETANÍAS LAURETANAS.
Al final. 
LA SALVE
 
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,  vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.  A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva;  a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas.  Ea, pues, Señora, abogada nuestra,  vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!.  Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
 
 

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