Muchas de las terapias alternativas sostienen que los
seres humanos no son sólo materia, sino que se trata de un sistema de
energías sutiles que se manifiesta a través de sus aspectos mentales,
emocionales, físicos y espirituales.
El estado general de equilibrio de
dichas energías puede ser abordado desde el punto de vista diagnóstico y
recibir tratamiento mediante la aplicación de distintos sistemas que
operan sobre dichas radiaciones humanas.
Las más recientes teorías
de la física subatómica están comenzando a fundamentar la existencia de
este campo vibracional que envuelve al cuerpo, aunque aún no existe
aparatología suficientemente precisa para realizar las pruebas
requeridas, que sustenten científicamente estas afirmaciones.
La medicina del lejano oriente y las enseñanzas vertidas por algunas
religiones tradicionales de oriente y occidente admitieron desde tiempos
antiguos la existencia de una realidad invisible a los ojos, compuesta
por una serie de campos de energía radiante que rodean al cuerpo y le
proveen la "chispa" necesaria para dar arranque a todos sus componentes.
También destacamos que la "teoría de los chakras" (ruedas, en sánscrito)
afirma que cada uno de estos centros sutiles gobierna un área del
cuerpo y se relaciona con una particular glándula de secreción
endócrina.
La energía fluye en el interior del sistema orgánico siendo conducida
por los trayectos nerviosos, a los cuales las teorías orientales
denominaron "meridianos".
Al estudiar el sistema nervioso y los ganglios autónomos,
podemos establecer la misma relación antes mencionada. Siguiendo el
trayecto de los nervios eferentes hasta los órganos y músculos que
inervan podemos comprender por qué, al relajar el plexo que los reúne,
los órganos que reciben dicha conducción nerviosa optimizan sus
capacidades autocurativas.
La coincidencia entre la ubicación de los denominados "chakras"
de la filosofía hindú y los plexos nerviosos, ubicados a lo largo de la
columna vertebral, sugiere que probablemente los "psíquicos" que han
declarado verlos, en realidad han visto el "chisporroteo" de un
conductor de electricidad, que en determinado momento está realizando
una descarga.
El salto de un fotón que se aleja de su órbita, emite
energía y se trata de energía lumínica. La alta velocidad a la que
transcurren estos fenómenos de emisión fotónica es el principal
obstáculo que impide la acomodación necesaria por parte del ojo humano.
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